Cuentitos y musiquita. Who cares?

No se pierden nada

Monday, November 18, 2013

Fall

A Nueva York hay que escribirla sin nostalgia. Nueva York no resiste la nostalgia, o mejor, no la entiende o le resulta completamente indiferente. Nueva York te quiere (te adora, te ama) mientras estás con ella y siempre y cuando estés bien. Bien seguro, bien parado, bien de salud. Nueva York te trata bien y te llena de caricias, si estás bien.

Las chicas más hermosas del mundo se pasean por Manhattan (lo siento, Buenos Aires, pero perdiste mal), a la hora que se te ocurra. La música más jugada del mundo suena en esa esquinita del East Village para un treintena de personajes de toda laya. Afuera huele a todas las exquisiteces del mundo y si las probás, son exquisitas de verdad. El Soho es Soho a secas, lo mismo que Broadway, lo mismo que el High Line, ese paseo infinito con vistas al río, donde los yuyos más ordinarios están entrelazados de manera tal que te gustaría que tu jardín luciera así. Si estás bien, si no te tropezás, todo eso podés probar.

Nueva York no se termina nunca, nunca deja de sonreír, ni ante las caras barbudas de las personas en situación de calle que se aprestan a pasar otro invierno a la orilla de cualquier contención.

Jamás me voy a cansar de mirarla, jamás. Me estoy yendo y me duele irme, porque es bella y porque besa mejor que ninguna. Le encanta que la miren. Le encanta que la miren. Y si puedo volver a piropearla mil veces más, mil veces más vendré, mientras esté bien seguro, bien parado y bien de salud, de manera de saber que no va a patearme en el culo y a dejarme morir de rabia y de tristeza mientras me crece una barba sucia y enmarañada como los yuyos del High Line, mientras me voy volviendo invisible e inaudible hasta desaparecer, mientras ella sonríe, resplandece, se prodiga, rejuvenece y me abandona.

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