¿Y qué tal, hermanita, si hubieras pintado donde realmente dolía? Debíamos llegar hasta aquí, a este lugar donde solamente la caída es posible: ¡Oh, soberbia criatura que te vistes de usado porque eso es lo que se usa! If I could be what you wanted, pero no sabía. Todos unidos triunfaremos.
Hemos fallado y con estrépito. Tanto que no es posible sino hacer la revolución ultrafonteras, a la manera de Guevara de la Serna. Porque Zamora sigue funcionando a cassette y pide plebiscitar como si fuera un imbécil y no viera de antemano el resultado inevitable del plebiscito. Será que le gusta estar peleándose, y la verdad que un poco lo entiendo. Porque es el caso que adónde vamos a ir a parar con la matriz productiva y con Monsanto: Ea, hermano: plebiscita tú, plebiscite él. Y plebiscitemos todo, deliberemos y gobernemos en un interminable vaivén masturbatorio hasta que, cortadas de cansancio las cadenas de la hamaca, acabemos tal vez cayendo de culo más hacia la izquierda. Olvidemos que se construye desde el Poder como Podemos, porque no deliberamos ni gobernamos sino a través de nuestros representantes.
Hemos fallado, vida mía, porque no podemos mirar que se puede no creer en prácticamente nada, pero que no hay nada más necesario que creer en el Enemigo, porque el Enemigo cree sólo en nosotros, solamente en nosotros, y sólo con nosotros sueña. No con nuestra resiliencia, no con nuestra felicidad, no con nuestra intranquilidad. Sueña con nuestro exterminio, y eso expresa con mucha claridad. ¿Para quién trabajás, hermanita? ¿Para quién trabaja el precitado? ¿Quién sale ganando, oh, muchacha que atacas plataformas rusas y no al país que más combustibles fósiles quema y sigue y sigue quemando? Al otro discurso lo conocemos y no nos extraña ¿Pero el tuyo?
Hemos fallado, mi amor. Porque en el estéreo por derecha gritan revolución revolución revolución y por izquierda gritan tres cuartos de lo mismo, a la vez que en el subwoofer resuenan los corchos, el autoacuartelamiento, la misa del gallo y un qué calor, governo ladro. Hemos fallado hasta tal punto que cien años vienen a gritarnos que así no, que ni con éstos ni con aquéllos es posible construir nada que dure más que un pedo en una canasta, porque les resulta imposible el peso de un mísero equilibrio de mierda.
Rompélo. Por favor, rompélo todo. Destrocen todo y especielmente revienten cráneos a pedradas, atomicen cerebros, lleguen a las neuronas y practiquen transgénesis con el gen de la histeria, de manera que quienes resulten de la operación sean capaces de cuidar aquello que quieren. La transgénesis, que es tan intrínsecamente mala como la penicilina, la radioterapia, la televisión, Internet y el teléfono celular.
Porque así no, porque aquí no. No en este mundo, no aquí. Dame la manito y subamos a la Nave y dame otro beso. Quisiera otro beso y un largo, largo silencio.
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