Saco una manito, la hago bailar. La cierro, la abro, la vuelvo a guardar.
Todo pegoteado, al final. Pero tu boca y el momento. El instante, ¿hasta cuando?
Siete años: "Un día ya no voy a tenerle miedo a nada".
Cuando al fin puedo escucharte decir "Sí. Así, sí", cumplo ocho añitos.
Ojalá llegue a los nueve y, mejor, a los noventa si es así. Hasta los noventa y nueve, y que nada me muerda si no sos vos, porque no aguantaría. Porque todavía no se me pasa el miedo, salvo cuando Sí, Así Sí. Salvo cuando se hace de noche y has subido la escalera muerta de calor y me muero de hambre y no dejo de mirarte y de confiar en la noche. Porque la noche todavía. Porque tengo hambre todavía y todavía puedo procurarme alimento aún a costa de vivir poniendo en duda si es justo tanto sostener.
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