A decir verdad, bien podrías haber empezado a meterte los mensajitos de texto en lo más recóndito de donde te hubiere la gana desde el primer momento. Porque mi gran error fue no haber hecho los petates en cuanto sonó el Blackberry que fuimos a comprar.
Yo no sé para qué uno se queda. Yo no sé esperando qué. Pero a esta altura del segundo tiempo, con dos goles en contra y un defensor expulsado, yo pido gancho. Pido gancho porque me duele el gemelo, hermana. El que me toque, es un chancho. Pido gancho. Y que tengas suerte. Pero la mejor.
Acá me quedo pidiendo el reintegro del alquiler. Todo bien. Pido gancho. Pido Deus Ex Machina y pido cosas que no se pueden pedir, porque por pedir, que no se quede uno corto. Pero ante todo, pido gancho.
Mozo. La cuenta.
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