Qué bonita solías ser.
Qué bello verte caminar y qué suave adivinar ahí estás, ahí casi, aquí casi, casi aquí: tu perfume, cuando no lo podía más que imaginar. Qué suave tu contorno y qué suave incluso la luz sobre tu mejilla y tu voz, qué suave y cálida tu voz. Qué bonitas tus manos y tu boca.
Qué bonito solía mirarte.
Qué bella mirada aquí en mi corazón que te ponía esos pasos bonitos, y qué bonito el latido suspendido porque ahí estás, ahí casi, casi ahí, casi aquí: tu perfume cuando ni siquiera. Qué suave mi mano suavizando tu contorno y qué generosos mis ojos para la luz sobre tu cara y mis oídos para tu voz. Qué bonito toqué tu mano y qué bonito me volví para besarte.
Qué bonita te dejé. Qué bonito sacudí el polvo de un Zonda de tu pelo. Qué suavemente te puse en una cajita de zapatillas, envuelta en qué bonito celofán.
Qué bonita la mañana en que recordé lo bonita que solías ser, mientras sacaba la basura, subía un sólo piso, tomaba un último mate y me iba a trabajar.
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