Hoy salen dos notas en sendos diarios. Hoy sábado 9 de noviembre de 2013. Una, en Página 12, firmada pora Alfredo Zaiat, se titula "Puro teatro" y habla de la Economía como Ciencia Social, de la validez de las predicciones en un ámbito cuyo objeto de estudio está afectado por una serie de incertidumbres que le son inherentes. Es una nota agradable de seguir, una nota que desafía a veces e invita a la relectura, y a la consulta de las fuentes.
La otra nota está firmada por Jorge Lanata, de Clarín, y se titula "Seis, siete, rocho". Habla de varias cosas, pero si hubiera un núcleo semántico diríamos que es la desconfianza que el autor tiene acerca de los contratos de la productora de Diego Gvirtz con la TV Pública, y la conspiración que parece denunciar sobre lo oscuros que son esos contratos. Juro que es de difícil lectura si se busca una línea de razonamiento para seguirla. Reconozco que puede ser mía la limitación. Reconozco que Lanata me parece una persona altamente desagradable, altanera y que carece de sintonía fina. Pero bueno, digamos que hace un periodismo que particularmente no me gusta. Aunque no creo que sea boludo, Lanata. Sí creo que cree que caga más alto de lo que tiene el culo, pero no creo que sea boludo.
Y lo digo por esto: en su nota, conectando conspiraciones con conspiraciones, se refiere a los documentos hallados en el Edificio Cóndor en tono despectivo y larga la siguiente frase: "¿Había alguien que no supiera que estuvo prohibida Mercedes Sosa?". No. Definitivamente no creo que Lanata sea un imbécil aunque la frase destile imbecilidad. Porque lo importante en este caso no es lo que se "sabe", se "intuye", se "sospecha" o se "comenta". Lo importante es lo que se puede documentar. Lo importante es lo que se puede probar. Y a eso, Lanata, que se vive paseando por los tribunales desde hace decenas de años, lo sabe lungo. Y por eso es importante haber hallado documentos probatorios de la existencia de listas negras en una época en la que ya hay chicos que no saben qué fue el terrorismo de Estado...ni quién es Mercedes Sosa. Ambas cosas lamentables.
Y a todo eso, Lanata lo sabe.
Lanata no es boludo. Lanata da por sentado que la lógica de matarife con la que vomita en radio, TV y con la que escribe en Clarín, no va a ser sometida al menor asomo de juicio crítico. Y bueno es reconocer que le sobran razones para creerlo.
Abrazos
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