San Juan, antes que conservadora, es pobre, Boludas. Pooobreeeee. Pobre, boluuudas. Pobre, pobre, pobre, Boluuuuuudaaaaas, Pero boludas boludas maaaal.
Las quiero como a la reputísima madre que me remil parió, y que me crió a pesar de todo, terremoto y de toda dictadura yde toda muerte, Boludas. ¡Boluuuuuudaaaaas!
¿En serio son tan pelotudas? ¿De verdad no ven dónde hay que ir a laburar?¿En serio no tienen ni puta idea de qué puerta hay que ir a golpear? ¿De verdad que no tienen ni idea de dónde duele?
¿No saben, de verdad, para quién laburan? ¿En serio quieren ser anécdota de medio día en TN y San Juan 8 mostrando una teta? ¿De verdad son tan pelotudas?
¿Y si hacemos pintadas en la casa de los aborteros? ¿Y si peticionamos ante los legisladores? ¿Y si vamos juntos en serio?
Hermosas. Hermosas.
Abrazos
Cuentitos y musiquita. Who cares?
No se pierden nada
Monday, November 25, 2013
Tuesday, November 19, 2013
Estadísticas
Ayer lunes 18 de noviembre de 2013 fue presentado el "Informe sobre Homicidios Dolosos" correspondiente a 2012 para la CABA, el Conurbano bonaerense y La Plata. El informe fue presentado por Eugenio Zaffaroni, ministro de la CSJN. Un buen resumen del documento y enlaces al informe completo encontrarás aqui. La presentación al principio es un rollo, pero teniendo en cuenta la naturaleza del laburo que implica, era justo que Zaffaroni reconociera a los que trabajaron en esto. Aquí encontrarás la presentación, que podés adelantar hasta el minuto 12, que es cuando empieza lo que nos interesa.
Vivo en una provincia chiquita, muy lejos de la Capital. En rigor de verdad, la primera idea que se me viene a la cabeza cuando veo estas cosas es "Y a mí qué carajo me importa". Pasa que día sí, día también, los que vivimos en esta especie de limbo que llamamos (nosotros también) "El Interior" -un lugar donde se cae un helicóptero con una senadora de la Nación, un diputado y un gobernador y a nadie le calienta un puto carajo- nos vemos bombardeados por una sensación de mierda emanada desde ese otro limbo llamado "medios nacionales", de tal suerte que sufrimos de angustia por miedo a los punguistas de Florida y Suipacha (tengo derecho a tomarme libertades geográficas, qué tanto), nos indignamos por la rotura de un caño que corta el tráfico de una importante arteria de Cabashito, nos solidarizamos con una marcha de vecinos de Aveshaneda contra la Inseguridad, y nos hacemos problema por lo caro que anda el boleto del subte, si es que tal boleto existe. Aquí la tarjeta SUBE no existe, no hay, no nada ¿Me explico?
Porque una cosa es que vos, que vivís allá, andes asustado porque los diarios y la tele chorrean sangre y otra cosa muy distinta es que yo trate de convencer a mi vieja (ya casi lo he conseguido) de que todo eso, además de ser propaganda de pésima calidad y pésimo gusto, queda en la loma del reverendo orto respecto del Barrio CGT Chimbas, donde habita la veneranda mujer.
Pero adoro las estadísticas, que nos dan de comer a mí y a mi familia. Y detesto las generalizaciones sin ton ni son. Me encanta la simpleza de hachazo que tienen los números bien presentados, me encanta desentrañar el significado de esos mapitas de colores y descubrir las trampas de los que intentan presentar un caso, diez casos, cien casos, mil casos particulares como la generalidad. "Esto no existe. Esto es así. Esto no es así. Esto no da para más. Adónde vamuair a parar." Trampas de la propaganda, de un signo o del otro. Me molesta el malestar de una viejita de acuosos ojitos claros, porteña, de clase medio burguesa y de familia de odontólogos, que se siente insegura porque la viven jodiendo generalizando lo particular.
Si bien lo más bonito y representativo son los mapas que se presentan en el informe, los números hablan de una media de 5 homicidios dolosos cada 100.000 habitantes en la CABA. La mayor parte de los asesinos son varones. Los menores de 16 años que matan rondan el 1%. La mayoría de la gente se mata entre clases socioculturales similares. Sólo el 17% de los asesinos son extranjeros. No hay ni un solo asesino boliviano. El 41% de los asesinos mata a gente con la que tiene alguna relación. La cantidad de estos hechos disminuyó levemente entre 2010 y 2012. Cosas así.
Lo más probable es que te mate alguien que conocés, mayor de edad, hombre, durante un fin de semana, con arma de fuego, en circunstancias de una riña, en el Sur de la CABA. O sea que si estás en San Juan, el estudio te chupa un huevo, ponéle. Pero estos son números de un estudio serio, cuidadoso, sobre una población inmensa (lo cual sugiere cierta representatividad si no se tienen en cuenta particularidades sociológicas importantes), y hecho por gente que sabe. No es un caso puntual, porque un caso puntual, aunque seas la víctima (y me duele en el alma que seas la víctima) no constituye base para una estadística. Y por ende no constituye base para una tendencia y por tanto no constituye base para tener miedo, ni para no tenerlo. Porque sobre el determinismo de los números se superpone la incertidumbre y esa mina raja para cualquier lado sin avisar, incluso para el tuyo, que te chorearon el celular, te asaltaron, te entraron en la casa y te dejaron con el smarTV a medio pagar, o te tocaron el upite en el subte. Desde lo más profundo de mi alma te digo: Qué va'cer. Es una cagada, pero no se puede generalizar.
Es muy lindo lo que dice Zaffaroni sobre el final, cuando resume el valor de la estadística y habla sobre la dinámica del delito, lo inasible del concepto de delito, la imposibilidad de medir el delito como algo abstracto, sobre la necesidad de conocer el fenómeno para poder prevenirlo. Que la violencia homicida no se limita a estos números. Hablamos de homicidio doloso porque en este caso hay un muerto que está ahí. También habla del suicidio como forma de agresión. Y de la agresión que significa no tratar una enfermedad. Fascina e invita a pensar, qué querés que te diga.
Estos estudios sirven para legislar y para adoptar políticas, para ver dónde y cómo se debería, quizás, actuar y cuáles son las causas probables de este tipo de delito, y cómo se podría prevenir mejor. No nos va a arreglar la vida ni va a evitar que esta madrugada un chabón te pegue un tiro. La sangre de una nena muerta en un baldío sirve para horrorizarte e indignarte, para llenar páginas y minutos de aire. Significa mucho dolor y es una reverenda desgracia. Son amores distintos. Yo le pido este razonamiento a mi vieja, y voy poco a poco ganando la partida. Al menos se ríe un poco de mi humor negro.
Pero mi vieja, a Dios gracias, también es un caso particular.
Abrazos.
Vivo en una provincia chiquita, muy lejos de la Capital. En rigor de verdad, la primera idea que se me viene a la cabeza cuando veo estas cosas es "Y a mí qué carajo me importa". Pasa que día sí, día también, los que vivimos en esta especie de limbo que llamamos (nosotros también) "El Interior" -un lugar donde se cae un helicóptero con una senadora de la Nación, un diputado y un gobernador y a nadie le calienta un puto carajo- nos vemos bombardeados por una sensación de mierda emanada desde ese otro limbo llamado "medios nacionales", de tal suerte que sufrimos de angustia por miedo a los punguistas de Florida y Suipacha (tengo derecho a tomarme libertades geográficas, qué tanto), nos indignamos por la rotura de un caño que corta el tráfico de una importante arteria de Cabashito, nos solidarizamos con una marcha de vecinos de Aveshaneda contra la Inseguridad, y nos hacemos problema por lo caro que anda el boleto del subte, si es que tal boleto existe. Aquí la tarjeta SUBE no existe, no hay, no nada ¿Me explico?
Porque una cosa es que vos, que vivís allá, andes asustado porque los diarios y la tele chorrean sangre y otra cosa muy distinta es que yo trate de convencer a mi vieja (ya casi lo he conseguido) de que todo eso, además de ser propaganda de pésima calidad y pésimo gusto, queda en la loma del reverendo orto respecto del Barrio CGT Chimbas, donde habita la veneranda mujer.
Pero adoro las estadísticas, que nos dan de comer a mí y a mi familia. Y detesto las generalizaciones sin ton ni son. Me encanta la simpleza de hachazo que tienen los números bien presentados, me encanta desentrañar el significado de esos mapitas de colores y descubrir las trampas de los que intentan presentar un caso, diez casos, cien casos, mil casos particulares como la generalidad. "Esto no existe. Esto es así. Esto no es así. Esto no da para más. Adónde vamuair a parar." Trampas de la propaganda, de un signo o del otro. Me molesta el malestar de una viejita de acuosos ojitos claros, porteña, de clase medio burguesa y de familia de odontólogos, que se siente insegura porque la viven jodiendo generalizando lo particular.
Si bien lo más bonito y representativo son los mapas que se presentan en el informe, los números hablan de una media de 5 homicidios dolosos cada 100.000 habitantes en la CABA. La mayor parte de los asesinos son varones. Los menores de 16 años que matan rondan el 1%. La mayoría de la gente se mata entre clases socioculturales similares. Sólo el 17% de los asesinos son extranjeros. No hay ni un solo asesino boliviano. El 41% de los asesinos mata a gente con la que tiene alguna relación. La cantidad de estos hechos disminuyó levemente entre 2010 y 2012. Cosas así.
Lo más probable es que te mate alguien que conocés, mayor de edad, hombre, durante un fin de semana, con arma de fuego, en circunstancias de una riña, en el Sur de la CABA. O sea que si estás en San Juan, el estudio te chupa un huevo, ponéle. Pero estos son números de un estudio serio, cuidadoso, sobre una población inmensa (lo cual sugiere cierta representatividad si no se tienen en cuenta particularidades sociológicas importantes), y hecho por gente que sabe. No es un caso puntual, porque un caso puntual, aunque seas la víctima (y me duele en el alma que seas la víctima) no constituye base para una estadística. Y por ende no constituye base para una tendencia y por tanto no constituye base para tener miedo, ni para no tenerlo. Porque sobre el determinismo de los números se superpone la incertidumbre y esa mina raja para cualquier lado sin avisar, incluso para el tuyo, que te chorearon el celular, te asaltaron, te entraron en la casa y te dejaron con el smarTV a medio pagar, o te tocaron el upite en el subte. Desde lo más profundo de mi alma te digo: Qué va'cer. Es una cagada, pero no se puede generalizar.
Es muy lindo lo que dice Zaffaroni sobre el final, cuando resume el valor de la estadística y habla sobre la dinámica del delito, lo inasible del concepto de delito, la imposibilidad de medir el delito como algo abstracto, sobre la necesidad de conocer el fenómeno para poder prevenirlo. Que la violencia homicida no se limita a estos números. Hablamos de homicidio doloso porque en este caso hay un muerto que está ahí. También habla del suicidio como forma de agresión. Y de la agresión que significa no tratar una enfermedad. Fascina e invita a pensar, qué querés que te diga.
Estos estudios sirven para legislar y para adoptar políticas, para ver dónde y cómo se debería, quizás, actuar y cuáles son las causas probables de este tipo de delito, y cómo se podría prevenir mejor. No nos va a arreglar la vida ni va a evitar que esta madrugada un chabón te pegue un tiro. La sangre de una nena muerta en un baldío sirve para horrorizarte e indignarte, para llenar páginas y minutos de aire. Significa mucho dolor y es una reverenda desgracia. Son amores distintos. Yo le pido este razonamiento a mi vieja, y voy poco a poco ganando la partida. Al menos se ríe un poco de mi humor negro.
Pero mi vieja, a Dios gracias, también es un caso particular.
Abrazos.
Monday, November 18, 2013
Fall
A Nueva York hay que escribirla sin nostalgia. Nueva York no resiste la nostalgia, o mejor, no la entiende o le resulta completamente indiferente. Nueva York te quiere (te adora, te ama) mientras estás con ella y siempre y cuando estés bien. Bien seguro, bien parado, bien de salud. Nueva York te trata bien y te llena de caricias, si estás bien.
Las chicas más hermosas del mundo se pasean por Manhattan (lo siento, Buenos Aires, pero perdiste mal), a la hora que se te ocurra. La música más jugada del mundo suena en esa esquinita del East Village para un treintena de personajes de toda laya. Afuera huele a todas las exquisiteces del mundo y si las probás, son exquisitas de verdad. El Soho es Soho a secas, lo mismo que Broadway, lo mismo que el High Line, ese paseo infinito con vistas al río, donde los yuyos más ordinarios están entrelazados de manera tal que te gustaría que tu jardín luciera así. Si estás bien, si no te tropezás, todo eso podés probar.
Nueva York no se termina nunca, nunca deja de sonreír, ni ante las caras barbudas de las personas en situación de calle que se aprestan a pasar otro invierno a la orilla de cualquier contención.
Jamás me voy a cansar de mirarla, jamás. Me estoy yendo y me duele irme, porque es bella y porque besa mejor que ninguna. Le encanta que la miren. Le encanta que la miren. Y si puedo volver a piropearla mil veces más, mil veces más vendré, mientras esté bien seguro, bien parado y bien de salud, de manera de saber que no va a patearme en el culo y a dejarme morir de rabia y de tristeza mientras me crece una barba sucia y enmarañada como los yuyos del High Line, mientras me voy volviendo invisible e inaudible hasta desaparecer, mientras ella sonríe, resplandece, se prodiga, rejuvenece y me abandona.
Las chicas más hermosas del mundo se pasean por Manhattan (lo siento, Buenos Aires, pero perdiste mal), a la hora que se te ocurra. La música más jugada del mundo suena en esa esquinita del East Village para un treintena de personajes de toda laya. Afuera huele a todas las exquisiteces del mundo y si las probás, son exquisitas de verdad. El Soho es Soho a secas, lo mismo que Broadway, lo mismo que el High Line, ese paseo infinito con vistas al río, donde los yuyos más ordinarios están entrelazados de manera tal que te gustaría que tu jardín luciera así. Si estás bien, si no te tropezás, todo eso podés probar.
Nueva York no se termina nunca, nunca deja de sonreír, ni ante las caras barbudas de las personas en situación de calle que se aprestan a pasar otro invierno a la orilla de cualquier contención.
Jamás me voy a cansar de mirarla, jamás. Me estoy yendo y me duele irme, porque es bella y porque besa mejor que ninguna. Le encanta que la miren. Le encanta que la miren. Y si puedo volver a piropearla mil veces más, mil veces más vendré, mientras esté bien seguro, bien parado y bien de salud, de manera de saber que no va a patearme en el culo y a dejarme morir de rabia y de tristeza mientras me crece una barba sucia y enmarañada como los yuyos del High Line, mientras me voy volviendo invisible e inaudible hasta desaparecer, mientras ella sonríe, resplandece, se prodiga, rejuvenece y me abandona.
Saturday, November 9, 2013
Como elefante que lo están amando.
Hoy salen dos notas en sendos diarios. Hoy sábado 9 de noviembre de 2013. Una, en Página 12, firmada pora Alfredo Zaiat, se titula "Puro teatro" y habla de la Economía como Ciencia Social, de la validez de las predicciones en un ámbito cuyo objeto de estudio está afectado por una serie de incertidumbres que le son inherentes. Es una nota agradable de seguir, una nota que desafía a veces e invita a la relectura, y a la consulta de las fuentes.
La otra nota está firmada por Jorge Lanata, de Clarín, y se titula "Seis, siete, rocho". Habla de varias cosas, pero si hubiera un núcleo semántico diríamos que es la desconfianza que el autor tiene acerca de los contratos de la productora de Diego Gvirtz con la TV Pública, y la conspiración que parece denunciar sobre lo oscuros que son esos contratos. Juro que es de difícil lectura si se busca una línea de razonamiento para seguirla. Reconozco que puede ser mía la limitación. Reconozco que Lanata me parece una persona altamente desagradable, altanera y que carece de sintonía fina. Pero bueno, digamos que hace un periodismo que particularmente no me gusta. Aunque no creo que sea boludo, Lanata. Sí creo que cree que caga más alto de lo que tiene el culo, pero no creo que sea boludo.
Y lo digo por esto: en su nota, conectando conspiraciones con conspiraciones, se refiere a los documentos hallados en el Edificio Cóndor en tono despectivo y larga la siguiente frase: "¿Había alguien que no supiera que estuvo prohibida Mercedes Sosa?". No. Definitivamente no creo que Lanata sea un imbécil aunque la frase destile imbecilidad. Porque lo importante en este caso no es lo que se "sabe", se "intuye", se "sospecha" o se "comenta". Lo importante es lo que se puede documentar. Lo importante es lo que se puede probar. Y a eso, Lanata, que se vive paseando por los tribunales desde hace decenas de años, lo sabe lungo. Y por eso es importante haber hallado documentos probatorios de la existencia de listas negras en una época en la que ya hay chicos que no saben qué fue el terrorismo de Estado...ni quién es Mercedes Sosa. Ambas cosas lamentables.
Y a todo eso, Lanata lo sabe.
Lanata no es boludo. Lanata da por sentado que la lógica de matarife con la que vomita en radio, TV y con la que escribe en Clarín, no va a ser sometida al menor asomo de juicio crítico. Y bueno es reconocer que le sobran razones para creerlo.
Abrazos
La otra nota está firmada por Jorge Lanata, de Clarín, y se titula "Seis, siete, rocho". Habla de varias cosas, pero si hubiera un núcleo semántico diríamos que es la desconfianza que el autor tiene acerca de los contratos de la productora de Diego Gvirtz con la TV Pública, y la conspiración que parece denunciar sobre lo oscuros que son esos contratos. Juro que es de difícil lectura si se busca una línea de razonamiento para seguirla. Reconozco que puede ser mía la limitación. Reconozco que Lanata me parece una persona altamente desagradable, altanera y que carece de sintonía fina. Pero bueno, digamos que hace un periodismo que particularmente no me gusta. Aunque no creo que sea boludo, Lanata. Sí creo que cree que caga más alto de lo que tiene el culo, pero no creo que sea boludo.
Y lo digo por esto: en su nota, conectando conspiraciones con conspiraciones, se refiere a los documentos hallados en el Edificio Cóndor en tono despectivo y larga la siguiente frase: "¿Había alguien que no supiera que estuvo prohibida Mercedes Sosa?". No. Definitivamente no creo que Lanata sea un imbécil aunque la frase destile imbecilidad. Porque lo importante en este caso no es lo que se "sabe", se "intuye", se "sospecha" o se "comenta". Lo importante es lo que se puede documentar. Lo importante es lo que se puede probar. Y a eso, Lanata, que se vive paseando por los tribunales desde hace decenas de años, lo sabe lungo. Y por eso es importante haber hallado documentos probatorios de la existencia de listas negras en una época en la que ya hay chicos que no saben qué fue el terrorismo de Estado...ni quién es Mercedes Sosa. Ambas cosas lamentables.
Y a todo eso, Lanata lo sabe.
Lanata no es boludo. Lanata da por sentado que la lógica de matarife con la que vomita en radio, TV y con la que escribe en Clarín, no va a ser sometida al menor asomo de juicio crítico. Y bueno es reconocer que le sobran razones para creerlo.
Abrazos
Sunday, November 3, 2013
Diente de león o Panadero.
Abstraerse. Reconocer.
La pelotudez es inherente al ser humano. La espiritualidad y la pelotudez. Porque un pelotudo al que le mentan Lyman, Balmer, Paschen, Brackett y Pfund y sabe que de qué le están hablando, es un pelotudo que entiende de Física posta, y no anda por ahí presumiendo de Schrödinger. Un pelotudo que leyó es un pelotudo leído. Y un pelotudo con un título universitario es un pelotudo que tiene un cartel que dice que entiende algo de alguna cosa.
Porque no hay nada (salvo la espiritualidad) más multidisciplinario que la pelotudez.
Y te juro por la memoria de mi abuelita viva (que es poco por lo cual jurar, pobre vieja) que podría desarrollar una tesis sobre lo escrito ut supra. Pero no tengo ganas, la verdad. Porque quiero ir a lo siguiente: lo realmente serio es que te dejes tomar por pelotudo. Porque es el caso que uno puede que sea pelotudo y que ejerza haciendo pelotudeces de forma reiterada y contra toda advertencia. Que uno deje pasar y pasar pelotudeces poniendo la mejor cara de pelotudo, y que incluso le salga a uno bien de tan pelotudo. Pero de ahí a dejarse tratar como pelotudo toda la vida, hay un trecho, y ese trecho te convierte en un pelotudo de tres pares de cojones.
Tentación: el discurso del gordo de mierda de la respiración enfisematosa que dice que Ricardo Mollo vive de la guita de Natalia Oreiro. O el del otro gordo pelotudo que se graba de noche. O el del pelotudo que no se controla frente a un vigilante. O de los pelotudos que intentan hacer de toda esa pelotudez una cuestión política. Poder jugar en otro juego es lo que imagino.
Vamos al artículo de Morales Solá del día de hoy domingo 3 de Noviembre de 2013 en La Nación y lo leamos dos veces. Dos veces. Leer dos veces un artículo ayuda a que sea más difícil que te tomen por pelotudo. No a que seas menos pelotudo (seguirás haciendo pelotudeces toda tu vida, pues es tu sino y tu destino, por grande que sea tu autoestima), sino a que te sientas menos pelotudo. Leamos dos veces el artículo y separemos sujeto y predicado. Hagámonos una pregunta respecto de los supuestos en los que se basan las afirmaciones de Morales (¿Morales?) Solá. Preguntémonos qué cosas debemos dar por ciertas para seguir la lógica del artículo. Seamos objetivos por un ratito. Veamos las enormes concesiones que hay que hacerle al razonamiento más elemental para saltar de un punto seguido a la siguiete mayúscula. Vencido el asco, preguntémonos qué concepto tiene Morales Solá del pelotudo que lo lee.
Luego del ejercicio, al menos al pelotudo que escribe le ha resultado bastante evidente que Morales Solá es un pelotudo que cree que los demás son más pelotudos que él, o que escribe para pelotudos más pelotudos que él. Y no es que uno crea que faltan pelotudos en este mundo, válgame Dios, sino que a uno lo asusta un poco estar rodeado de tanto pelotudo. Porque sabiéndose uno pelotudo de pensamiento, palabra, obra y condición, sería bárbaro estar acompañado por un universo de gente menos pelotuda que uno.
Pero como dicen que te dicen en AA, lo primero es aceptarse. Lo segundo será resignarse o pegarse un corchazo, vayasaber.
Ojo al detalle. Quien escribe ha transitado repetidas veces el camino de la pelotudez y de la ingenuidad. Y sigue considerándose un pelotudo. Un pelotudo conciente de su pelotudez, lo cual no le impide seguir cometiendo pelotudeces.
Aquí está Ingenue.
Abrazos
La pelotudez es inherente al ser humano. La espiritualidad y la pelotudez. Porque un pelotudo al que le mentan Lyman, Balmer, Paschen, Brackett y Pfund y sabe que de qué le están hablando, es un pelotudo que entiende de Física posta, y no anda por ahí presumiendo de Schrödinger. Un pelotudo que leyó es un pelotudo leído. Y un pelotudo con un título universitario es un pelotudo que tiene un cartel que dice que entiende algo de alguna cosa.
Porque no hay nada (salvo la espiritualidad) más multidisciplinario que la pelotudez.
Y te juro por la memoria de mi abuelita viva (que es poco por lo cual jurar, pobre vieja) que podría desarrollar una tesis sobre lo escrito ut supra. Pero no tengo ganas, la verdad. Porque quiero ir a lo siguiente: lo realmente serio es que te dejes tomar por pelotudo. Porque es el caso que uno puede que sea pelotudo y que ejerza haciendo pelotudeces de forma reiterada y contra toda advertencia. Que uno deje pasar y pasar pelotudeces poniendo la mejor cara de pelotudo, y que incluso le salga a uno bien de tan pelotudo. Pero de ahí a dejarse tratar como pelotudo toda la vida, hay un trecho, y ese trecho te convierte en un pelotudo de tres pares de cojones.
Tentación: el discurso del gordo de mierda de la respiración enfisematosa que dice que Ricardo Mollo vive de la guita de Natalia Oreiro. O el del otro gordo pelotudo que se graba de noche. O el del pelotudo que no se controla frente a un vigilante. O de los pelotudos que intentan hacer de toda esa pelotudez una cuestión política. Poder jugar en otro juego es lo que imagino.
Vamos al artículo de Morales Solá del día de hoy domingo 3 de Noviembre de 2013 en La Nación y lo leamos dos veces. Dos veces. Leer dos veces un artículo ayuda a que sea más difícil que te tomen por pelotudo. No a que seas menos pelotudo (seguirás haciendo pelotudeces toda tu vida, pues es tu sino y tu destino, por grande que sea tu autoestima), sino a que te sientas menos pelotudo. Leamos dos veces el artículo y separemos sujeto y predicado. Hagámonos una pregunta respecto de los supuestos en los que se basan las afirmaciones de Morales (¿Morales?) Solá. Preguntémonos qué cosas debemos dar por ciertas para seguir la lógica del artículo. Seamos objetivos por un ratito. Veamos las enormes concesiones que hay que hacerle al razonamiento más elemental para saltar de un punto seguido a la siguiete mayúscula. Vencido el asco, preguntémonos qué concepto tiene Morales Solá del pelotudo que lo lee.
Luego del ejercicio, al menos al pelotudo que escribe le ha resultado bastante evidente que Morales Solá es un pelotudo que cree que los demás son más pelotudos que él, o que escribe para pelotudos más pelotudos que él. Y no es que uno crea que faltan pelotudos en este mundo, válgame Dios, sino que a uno lo asusta un poco estar rodeado de tanto pelotudo. Porque sabiéndose uno pelotudo de pensamiento, palabra, obra y condición, sería bárbaro estar acompañado por un universo de gente menos pelotuda que uno.
Pero como dicen que te dicen en AA, lo primero es aceptarse. Lo segundo será resignarse o pegarse un corchazo, vayasaber.
Ojo al detalle. Quien escribe ha transitado repetidas veces el camino de la pelotudez y de la ingenuidad. Y sigue considerándose un pelotudo. Un pelotudo conciente de su pelotudez, lo cual no le impide seguir cometiendo pelotudeces.
Aquí está Ingenue.
Abrazos
Subscribe to:
Posts (Atom)