Es una pena que en el ejército yanki no estén Matt Damon ni Adrien Brody. Y es una pena que Obama no sea Denzel Washington. La vida, el mundo, sería mucho más amable si fuera celuloide. O blue ray. Yo mismo podría usar fade outs, algunas noches.
Pero no. El ejército yanki está formado por una pandilla de carniceros muy, muy enfermos. Una banda de asesinos completamente locos es el ejército que proteje a la Democracia en este mundo. Una horda de sociópatas comandados por un hipócrita que pasa por bueno (y tanto pasa por bueno que le han dado el Premio Nóbel de la Paz), ha ganado la Guerra Fría, y no conforme, ha aprovechado el incendio de dos edificios para destruir ciudades debajo de las cuales hay petróleo.
Iba a linkear las imágenes de esos psicópatas que llaman "marines" meando sobre esos cuerpos morenos.
No lo haré.
Avísenme cuando se acabe la Edad Media.
Cuentitos y musiquita. Who cares?
No se pierden nada
Friday, January 13, 2012
Tuesday, January 10, 2012
¿Hasta cuándo estos días?
No es el calor ni son los gritos de los porteños. No es el interminable trámite bancario, no es el idiota que cree que no lo es y que los demás sí lo son.
--¿Quién va a atenderme?-pregunto, cuando una gorda ventajera, que no ha sacado número, intenta pasar delante mío.
(Ahora llevo sentado 20 minutos en un bar. Debo haberme vuelto invisible o debo ser muy muy poquita cosa, en efecto)
-- Eso depende de su problema. Aquí son todos clientes.-dice el genio bancario.
-- No lo pongo en duda. Por eso es que me pregunto quién va a atenderme, dado estoy delante de la señora. ¿Van por numero?
-- Eso depende de su necesidad. -me dice el futuro ministro de Hacienda-¿Qué necesita?
-- Su pregunta me lleva a suponer que pretende Usted que los presentes se enteren de que quiero cancelar mi cuenta, dado que he sido diagnosticado de cáncer de vegiga, y necesito todos mis ahorros para el tratamiento.- digo, y todos se enteran.
-- Eso lo atiende mi compañera.- Dice el oligofrénico.- Lo lamento.
-- Yo lamento lo suyo también.- digo y espero a que me llamen ya sea por número o por cansancio, en esta ciudad en la que todos se gritan y hablan por teléfono a los gritos y se cagan en los demás y los creativos publicitarios encuentran maravilloso burlarse del acento de lo que llaman el Interior y un líder de izquierdas pesa en su balanza chueca los votos, y le pesan más los porteños y sin embargo ninguna herida termina nunca de sangrar.
Qué día de mierda.
--¿Quién va a atenderme?-pregunto, cuando una gorda ventajera, que no ha sacado número, intenta pasar delante mío.
(Ahora llevo sentado 20 minutos en un bar. Debo haberme vuelto invisible o debo ser muy muy poquita cosa, en efecto)
-- Eso depende de su problema. Aquí son todos clientes.-dice el genio bancario.
-- No lo pongo en duda. Por eso es que me pregunto quién va a atenderme, dado estoy delante de la señora. ¿Van por numero?
-- Eso depende de su necesidad. -me dice el futuro ministro de Hacienda-¿Qué necesita?
-- Su pregunta me lleva a suponer que pretende Usted que los presentes se enteren de que quiero cancelar mi cuenta, dado que he sido diagnosticado de cáncer de vegiga, y necesito todos mis ahorros para el tratamiento.- digo, y todos se enteran.
-- Eso lo atiende mi compañera.- Dice el oligofrénico.- Lo lamento.
-- Yo lamento lo suyo también.- digo y espero a que me llamen ya sea por número o por cansancio, en esta ciudad en la que todos se gritan y hablan por teléfono a los gritos y se cagan en los demás y los creativos publicitarios encuentran maravilloso burlarse del acento de lo que llaman el Interior y un líder de izquierdas pesa en su balanza chueca los votos, y le pesan más los porteños y sin embargo ninguna herida termina nunca de sangrar.
Qué día de mierda.
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