Aquí me cruzo con uno de mis blogs favoritos, "Arte y Brujería", de Laura Galletita. A esta chica quiero decirle que es siempre agradable y cálido entrar y leer sus posteos y los de Joe. Y que alto honor me hace entrando de vez en cuando al sitio Inculto y a este pequeñísimo rincón.
Ésto escribí:
Antes de ayer tuve una linda charla con mi hija de 12 años. Hablamos de juicio crítico, de cómo escuchar, de la necesidad de "discutir hacia adentro", de no creer en verdades de fe. Esto surgió porque la niña hace un tiempo ya se ha dado cuenta de que la fe no es lo suyo, de que le resulta imposible creer en Dios, pero que sin embargo tiene una densa espiritualidad. Me preguntaba ella si esto es contradictorio, y derivamos hacia la discusión interior.
La frasesita que elegí para ejemplificar fue una que estoy seguro que escuchará por siempre: "En este país, nadie quiere trabajar". Le señalaba yo entonces la mesa donde estábamos sentados, la barra del bar, el chico que nos servía con amabilidad, la chica que preparaba el licuado, el hecho de que estaba degustando un lemon pie que alguien había preparado, lo limpio que estaba el bar, lo bien que estaban colocados los cuadros, y el talento y dedicación de quien los había pintado, lo bonito que caían las cortinas, lo bien que lucía el ficus junto a nosotros, la chica que estaba atendiendo a una señora en una tienda allí enfrente, donde alguien había arreglado una vidriera. Y la desafié a que me dijera dónde NO veía trabajo. Qué cosa de todo, absolutamente todo lo que nos rodeaba, qué cosa no implicaba directa y taxativamente, trabajo. Qué nos había hecho llegar allí, qué nos había permitido pagar los dos licuados y qué cosa había permitido que un puñado de frutillas llegaran a nuestro vaso, que no fuera trabajo. Qué otra cosa que no fuera trabajo nos rodeaba día a día, a cada momentito.
Es forzoso entonces pasar a la conclusión de que la pereza es estrictamente marginal en sentido estadístico (debí decir. Camila es mi hija y medio me entiende). Es un lujo, la pereza, que pocos pueden darse. La delincuencia es marginal en ese mismo sentido, y sin embargo ahí está la frasesita: "Nadie quiere laburar".
Mi niña me regaló una de esas miradas que me suele regalar, y algo habrá procesado allá en su mente que me resulta misteriosa desde la primera vez que la tuve en brazos. Cambiamos de tema: el violín se le hace complicado y más fascinante cuanto más se complica.
La llevé a su casa y me dio un besote. "La pasé relindo, Papi", me dijo.
Y me hizo enormemente feliz.
¡¡¡Abrazos, LG!!!
Cuentitos y musiquita. Who cares?
No se pierden nada
Sunday, November 27, 2011
Sunday, November 20, 2011
Y claro está...
La cultura de la India es interesantísima. Más que las concentraciones de flúor en mi aldea de Tanzania.
Bon jour.
Au revoir.
Bon jour.
Au revoir.
Sunday, November 13, 2011
I wanna hold your hand
La libertad es libre, claro está. Y el caracol es feliz escribiendo su diario -Grass lo sabe-, y el aficionado a los deportes de riesgo lo es y ¿me asiste acaso el derecho de juzgar de descerebrados a ambos?
Quiero hablar de vértigo. Para mí, el vértigo se encuentra más o menos ubicado en ese punto espacio-temporal en el cual no tengo ni idea de si dbería o no tomarle la mano. A ella, naturalmente. Porque es el caso que prefiero esas manos, esa clase de manos, de puro obtuso que tengo el corazón.
Y no hay nada más emocionante que ese vértigo. Nada que haya conocido, porque haber puede que haya. Yo te lo digo después de haberle visto la cara a un tren cuyo maquinista era asombrosamente parecido a la cruel Parca. (Sólo consiguió devolverme a la Soledad, pero como a la Soledad ya la conocía, y sabíamos el uno y el otro de nuestro trato mutuo, le dije primero bon jour y despues au revoir.)
Para esta chica que cree que creo, el vértigo (aunque no pueda saberlo de seguro), parece estar en la inteligente y voluptuosa charla del chat. Chat digo, porque al fin y al cabo es lo que era y las cosas cambian pero no cambian tanto: Llamálo como quieras: te encuentro, me aceptás y empezamos a mentirnos.
¿La mano? Supongo que si está el vértigo, la mano no tiene tanta importancia. Porque lo que importa es la rosa, porque ¿quién decide la jerarquía de los valores? La mano y el momento ese que digo, incluso el momento en el que la mano avanzó y ya podemos permitirnos dar por sentadas algunas delicias futuras, todo eso, ¿que importancia podría tener, cuando tengo vértigo sin halitosis?
Keep chatting. Nada, nada hay que pueda hacer, que no sea buscar mi propio vértigo.
Quiero hablar de vértigo. Para mí, el vértigo se encuentra más o menos ubicado en ese punto espacio-temporal en el cual no tengo ni idea de si dbería o no tomarle la mano. A ella, naturalmente. Porque es el caso que prefiero esas manos, esa clase de manos, de puro obtuso que tengo el corazón.
Y no hay nada más emocionante que ese vértigo. Nada que haya conocido, porque haber puede que haya. Yo te lo digo después de haberle visto la cara a un tren cuyo maquinista era asombrosamente parecido a la cruel Parca. (Sólo consiguió devolverme a la Soledad, pero como a la Soledad ya la conocía, y sabíamos el uno y el otro de nuestro trato mutuo, le dije primero bon jour y despues au revoir.)
Para esta chica que cree que creo, el vértigo (aunque no pueda saberlo de seguro), parece estar en la inteligente y voluptuosa charla del chat. Chat digo, porque al fin y al cabo es lo que era y las cosas cambian pero no cambian tanto: Llamálo como quieras: te encuentro, me aceptás y empezamos a mentirnos.
¿La mano? Supongo que si está el vértigo, la mano no tiene tanta importancia. Porque lo que importa es la rosa, porque ¿quién decide la jerarquía de los valores? La mano y el momento ese que digo, incluso el momento en el que la mano avanzó y ya podemos permitirnos dar por sentadas algunas delicias futuras, todo eso, ¿que importancia podría tener, cuando tengo vértigo sin halitosis?
Keep chatting. Nada, nada hay que pueda hacer, que no sea buscar mi propio vértigo.
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