Cuentitos y musiquita. Who cares?

No se pierden nada

Monday, January 28, 2013

En busca de Alejandría

Es un sistema complejo aunque se empeñen en hacerla fácil. Porque si es necesario un periodista iluminado que te explique la posta para que entiendas relaciones causa-efecto que cuando te las explican se te pintan obvias y que no fuiste capaz de ver por vos mismo, haciéndote sentir, de paso, un pelotudo, eso habla de vos más que del periodista. Lo peor sería que no te preguntaras si, en una de esas, no serás un pelotudo.

Vengo viendo periodistas gurúes desde que tengo uso de razón. Mi Tía Nena veía a Neustadt y a Grondona en prolijo blanco y negro. En la casa se oía sólo el televisor: Dos señores de traje, con caras muy serias, explicaban por la tele qué pasaba y por qué pasaban las cosas que ellos explicaban que pasaban en 1972. Es mi primer recuerdo de la televisión como difusor de conocimiento, y te juro que es como si los estuviera viendo. Y te juro que me daban más miedo que los villanos de "Los Vengadores" (bendita seas por siempre, Emma Peel).

Mis viejos pensaban de un modo un poco diferente de lo que pensaba mi Tía Nena. Mi viejo a Neustadt le decía "Ese Hijo de Puta". Y a Grondona "Ese Otro Hijo de Puta". Vaya a saber. Al menos, el tufillo a clandestinidad que reinaba en casa por aquellas épocas era un alivio, frente al resto de las cosas que reinaban. Mi mejor amigo vivía en un ranchito en una calle llamada Callejón Bermejito. Su papá le pegaba a su mamá, cosas así. Pero en los momentos en los que llegaban un montón de amigos de mis viejos y se ponían a pintar pancartas a puertas y ventanas cerradas, aquello era muy divertido. Por afuera, claro, campeaba la Muerte. Pero la dejemos por ahora, y hablemos de faros.

Sería lindo ("estaría bueno") que, en un acto de toma de conciencia y auténtica liberación, empezáramos a decir qué faros nos indican la referencia. Algunos son muy difíciles de ocultar. Hay opiniones ("yo pienso que", suelen empezar, en el mejor de los casos) que señalan a los referentes con toda claridad. Se reconoce la taxatividad cruda y torpe de Lanatta, la superficialidad gangosa de Bonelli, la retórica tóxica de Morales Solá, la babosa estupidez de Luis Majul. Me parece que eso no está mal: es conveniente ("está rebueno") reconocer cómo viene la mano con el interlocutor. Se puede eventualmente cambiar de tema aprovechando cualquier mosca que acierte a pasar, y adentrarse en terrenos más amables. No se puede andar peleando con todo el mundo. No hay cuerpo que resista y uno termina sacando patente de odioso y radical. En el buen sentido.

Pero, ¡ay, la plasticidad de las convicciones! Porque a veces parece que el faro se moviera y perdés la referencia. ¿Se mueve el faro? ¿Puede ser todo tan relativo? Adaptarse es una gran cosa ("está buenísimo"), y así y así. Porque si bien es injusto que X, también es injusto que mi amiga María Clara no pueda irse de vacaciones a Miami... Yo no niego que X, pero creo que un poco de Y... Es injusto que no pueda sacar los dólares, siendo que...

La referencia móvil es comodísima, porque a la distancia, María Clara y el Callejón Bermejito terminan siendo comparables. Las cosas dejan de pinchar en la cabeza cuando se adopta un relativismo de cincuenta centavos. En una sociedad de promedios, nada está bien ni nada está mal. Lástima que las víctimas de los estados extremos no vivan para contarla. Lástima que la estadística se reduzca a la media. ¿Lástima? Quizás.

No estamos a salvo. Vamos a terminar siendo víctimas de éstos y no de aquellos. Van a apuñalarnos éstos y no aquellos. Porque un faro semoviente hace que siempre tengas la posibilidad de estar en lo cierto, de no haberte equivocado.

La relatividad dice otra cosa. Empieza estableciendo un límite claro, un referente: La velocidad de la luz, esa Constante Universal. Porque todo es en realidad menos simple de lo que te explican, y la verdad es que hace falta un faro que no sé si está en Alejandría o no. Lo que sí es cierto es que si vamos a andar moviendo la referencia ante cada coyuntura, deberíamos preguntarnos qué tan válidas son las relaciones que gobiernan nuestra concepción del sistema.

Yo no sé. La verdad, no lo sé. Me anda pareciendo algo, pero no sé.

Abrazos